jueves, 14 de abril de 2011

tristeza

Hoy varias noticias tristes que me pesan en la cabeza, noticias que me hacen recordar lo injusto que es este mundo, aunque sea ésta ya una frase que se ha quedado hueca y la gente usa cuando le dan mal la vuelta de la compra, como aquel “¡mecagüen mi vida!” que mi abuela decía como quien podía decir “¡uy!” y que a mí me partía el alma de pequeña y me hacía pensar que eso era lo peor que alguien podía decir, recuerdo que reflexioné muchas veces sobre eso: llegaba a entender que alguien, cabreado, gritara eso de “mecagüen dios”, ¿acaso no era Él responsable de todo?. Y el “mecagüen diez” de mi abuelo siempre me pareció brillante por su traducción al catalán pero ¿cómo alguien defecaba verbalmente en su propia existencia y se quedaba tan pancha?. Pero la de Atilana, aunque creo que algunas injusticias se tragó aquella vida que ella tan poco valoraba, es otra historia que desconozco en su mayor parte y de la que sólo puedo elucubrar. Quizás algún día lo haga…

Volviendo a las injusticias del mundo, que son muchas y nada huecas, ayer mi compañera de trabajo me contaba que su hermana, que tiene mi edad y está estudiando arquitectura en Boston, a quien no conozco pero por la que siento cierta simpatía por pequeñas similitudes como éstas, está desde hace trece días en un centro de detención de inmigrantes en EEUU, porque se le caducó el visado y no se lo renovaron y ella decidió quedarse ilegal 3 meses más para terminar la carrera que tanto le había costado. La entiendo, por dios. ¿Quién deja todo un trabajo de años por 3 meses de no tener un papel?. Me lo contó también como quien dice “mecagüen mi vida” en lugar de “uy”, serena, también me dijo que sólo habían conseguido hablar con ella un día, ya que no pueden llamarle y ella tiene las llamadas limitadas, pero no llegaron a saber cómo está porque ella no consiguió articular palabra entre sollozos.

Valentina, del curso que hice en Madrid antes de venirme para acá, nos enviaba entusiasmada los artículos que un activista italiano, un tal Vittorio Arrigoni, publicaba en “Il Manifesto” diariamente durante los bombardeos de Gaza en 2009. Él contaba casi a tiempo real lo que allí sucedía y ella nos lo reenviaba religiosamente a todos traducido precariamente también a tiempo real. Más tarde, con aquellos artículos fue publicado un libro “Restiamo umani” y Valentina decidió hacerle una propuesta: Ella lo traduciría al castellano para publicarlo en España y él aceptó. Así, trabajó envolviendo a un buen grupo de colaboradores que se juntaban de vez en cuando con una botellita de vino hasta que consiguieron traducir la totalidad de los textos y presentarlos a una editorial (www.bosforolibros.com) quien lo publicó (http://www.bosforolibros.com/?q=gaza-seguimos-siendo-humanos). Así nació “Seguimos siendo humanos”.

Y ahora me encuentro con esto en los periódicos:

http://www.elpais.com/articulo/internacional/grupo/islamista/radical/Gaza/secuestra/cooperante/italiano/elpepuint/20110414elpepuint_13/Tes

Y esto, junto a otras injusticias más locales y más personales, la verdad que me pone triste.


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